Desde que Velázquez las hiciera inmortales, las meninas se han convertidos en símbolos culturales. Su particular silueta es reconocible en cualquier lugar del mundo, incluso cuando se desliga de su significado original y se convierte en un icono del arte y la cultura pop. 
La menina estaba asociada a la historia de Lazarillo desde ediciones anteriores, y de ahí la elección de su figura para el cartel. 
Pero no podía ser una representación tradicional de una menina, esta debía reflejar la esencia del festival, su diversidad, su mezcla absoluta de estilos y propuestas. Todo tiene cabida en el festival y todo tuvo su espacio en su cartel. 
Objetos encontrados, imágenes escaneadas de libros y revistas, botones, bisutería, el brazo de una muñeca vieja, cromos, fotografías de las calles de Manzanares… todo encontró su hueco en esta menina con cabeza de ave y alas de libélula.