En los dos artículos anteriores he repasado la historia del diseño gráfico de carteles de cine y quienes fueron sus grandes nombres. Pero hay otros carteles, diferentes porque sus circunstancias son diferentes, pero no por ello menos interesantes. En ocasiones creativos a la fuerza, otras veces abstractos e incluso disparatados pero no por ello menos interesantes. Para concluir esta serie quiero hablar de esos otros carteles.
Carteles de cine polacos.
El diseño de carteles de cine en Polonia ha sido reconocido internacionalmente por su originalidad y creatividad. Durante décadas, los diseñadores polacos desarrollaron un enfoque único para la creación de carteles de películas, desafiando las convenciones establecidas y ofreciendo interpretaciones visuales distintivas de las películas.
El movimiento del diseño de carteles polacos tuvo sus raíces en la década de 1950, en un momento en que Polonia estaba bajo el régimen comunista y su férrea censura. Los diseñadores polacos no tenían acceso directo a las imágenes de las películas extranjeras, por lo que no podían basar sus carteles en fotografías de los actores o escenas de la película. En consecuencia tuvieron que utilizar su ingenio y creatividad para transmitir el espíritu de las películas a través de ilustraciones y diseños abstractos y libres que muchas veces no tenían más punto de partida que los títulos de las películas.

Con una fuerte influencia de la Escuela Polaca del Cartel fundada al acabar la segunda guerra mundial, los diseñadores de carteles polacos se centraron en capturar la esencia emocional de las películas, utilizando elementos simbólicos que no siempre tenían relación con la película. Sus carteles a menudo presentaban imágenes enigmáticas y abstractas que evocaban el estado de ánimo o el tema central de la película.
Algunos de los diseñadores de carteles de cine polacos más destacados fueron a artistas como Roman Cieslewicz, Jan Lenica, Wojciech Zamecznik, Andrzej Pagowski y Rafal Olbinski, entre otros. Sus obras han dejado una huella duradera en el mundo del diseño gráfico y han sido exhibidas en galerías de arte de renombre internacional.

Diseño de carteles de cine en Cuba
En el año 1959 se fundó en Cuba el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), una institución creada para potenciar la creatividad en todos los ámbitos del cine.
Fue el ICAIC el que realizó una petición a los artistas cubanos para crear los carteles de las películas que se estrenaban en la isla, ya fuera de producción propia o importadas de otros países.

Desde la década de 1960 hasta la década de 1980, grandes ilustradores y diseñadores como René Azcuy, Eduardo Muñoz Bachs y Antonio Reboiro crearon una extensa colección de obras maestras. Como ocurría en Polonia, en muchas ocasiones no conocían de la película más que el título, pero eso no fue un obstáculo para su creatividad.
Crearon obras inolvidables usando colores planos serigrafiados como técnica principal y siguiendo como premisa unas dimensiones únicas para sus obras (51 x 76 cm), así como el requerimiento de relegar el título y los créditos a un lugar secundario para dejar el máximo espacio a su obra.
Estos carteles mostraban un alarde de creatividad pero también reflejaban el espíritu revolucionario del gobierno Castrista. Hay color, hay vida y hay pasión en estos carteles increíbles.

Carteles de cine en Ghana
Si Polonia y Cuba se vieron influenciadas por las circunstancias políticas de cada país, en otros países fueron otros los condicionamientos, como puede ser el caso de Ghana.
En los años 80 y 90 el cine llegaba a los ghaneses de una forma peculiar, viajando en furgoneta. Estos vehículos se pintaban con vistosos colores y tipografías manuales a gran tamaño. En cada una de esas furgonetas se guardaba una pantalla, un proyector y cintas Vhs. Lo llamaban Cine Móvil y era la única forma de ver películas para muchas personas.

Pese a su carácter “pirata”, llegaban a todo el país y proyectaban blockbusters de Estados Unidos o películas de acción de otros países africanos u asiáticos. Estos cines ambulantes tenían nombres como “Rolls Royce Video”, “Manso Vídeo” o “Princess Osu”. El número de furgonetas fue tan grande que pronto se generó una fuerte competencia y fue imprescindible atraer al público con un diseño propio de carteles.
Imprimir carteles o publicidad era caro y ello llevó a la producción de carteles pintados a mano realizados ad hoc. Muchos artistas en Ghana encontraron una posibilidad para desarrollar su arte a través de estos carteles.
Los carteles, artesanales y casi improvisados, necesitaban atraer al público, así que recurrían al horror hasta en las más inocentes cintas. En aquellos posters la fidelidad a la película era nula, los rostros se deformaban, la sangre inundaba todo y los créditos tenían faltas de ortografía, pero todo ello dio lugar a una colección de obras efímeras cuyos ejemplares hoy se cotizan alto y pueden costar varios cientos de euros.

Mi visión particular
Me confieso tan enamorado del cine como del diseño gráfico, tanto que no he podido resistir la tentación de aportar mi granito de arena.
Realicé hace tiempo una pequeña colección de carteles para grandes películas como ejercicio personal de diseño gráfico. Son carteles ante todo minimalistas, he buscado dar prioridad al concepto por encima de la forma, intentando captar la esencia de la película con los menos elementos posibles. No son carteles ortodoxos sino una experimentación formal para mi propio disfrute.
Estos son algunos de ellos.

Concluyo con este la serie de artículos dedicados al diseño de carteles de cine, una parte apasionante del diseño gráfico y del arte en general.
Todos mis artículos se pueden consultar en mi blog.
Enlaces de interés:
La escuela polaca del cartel
El cartel cubano en los setenta
Carteles cubanos
Carteles en Ghana
Mis carteles